¿Amigos? Amigos.

     Nos reímos. Y seguimos riéndonos así. Hablando sin saber muy bien de qué ni por qué. Después nos prometemos que hablaremos al día siguiente. Es una promesa inútil: lo hubiéramos hecho de todos modos. Cuando hablamos, cuando los minutos pasan sin que nos demos cuenta, cuando las palabras no tienen sentido, cuando piensas que si alguien os escuchara creería que estaís locos, cuando ninguno de los dos tiene ganas de dejas de hablar, cuando después de que él se haya ido vuelves a leer lo que dijisteis y sonríes, si esto pasa quiere decir que esa persona, de verdad, te importa.